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Barcelona y la cerveza han vivido desde siempre una estrecha relación, hasta el punto de que se ha llegado a considerar a la ciudad catalana como una de las capitales de esta bebida del sur de Europa.
Las causas pueden buscarse en el fuerte impulso que está viviendo la industria en los últimos años, con el resurgir de la cultura cervecera en la ciudad, pero ya desde el siglo XIX hubo una fuerte tradición cervecera en Barcelona y otras ciudades costeras de la península, debido a la necesidad de traer ingredientes como el lúpulo por mar a la península, lo que propició la aparición de pequeños productores artesanales, que servían sus bebidas a los primeros cafés en que se pudo adquirir (hablamos de principios del siglo XIX).
Los orígenes de la industria cervecera en Barcelona
No fue hasta la aparición de la cerveza estilo Pilsner cuando se estandarizaron del los procesos industriales a la hora de elaborar esta bebida, originando la aparición de las primeras compañías industriales cerveceras de la península. La primera de todas fue la conocidísima hoy en día Moritz, fundada en 1856 por el francés Louis Moritz e instalada desde 1864 en la Ronda Sant Antoni de Barcelona, lugar que años más tarde sería reformado tras el relanzamiento de la marca. Ya desde su creación, pero especialmente con el resurgir que se produjo en 2004, Moritz ha sido una cerveza estrechamente vinculada a Barcelona, impulsando numerosas actividades de ocio y culturales y promoviendo la recuperación de espacios arquitectónicos emblemáticos de la ciudad.
Poco tiempo después, otro hoy ilustre apellido llegaba a la capital catalana en forma de marca de cerveza. Corría 1876 cuando August Kuentzmann Damm y su primo y maestro Joseph Damm (también alsacianos, como Louis Moritz) se instalaban en Barcelona y fundaban su compañía cervecera, asentando así las bases que hoy, tras 11 generaciones, constituye una de las compañías cerveceras más importantes del país y que, al igual de Moritz, es emblema de la ciudad, participando también en numerosos actos festivos y culturales de Barcelona. También como Moritz, ha restaurado su antigua fábrica para convertirla en lugar de reunión y celebración de eventos, recuperando para Barcelona edificios emblemáticos que constituyen parte de su pasado industrial.
Tras la pausa obligada por la Guerra Civil, y con la llegada del turismo a partir de los años 50, la cerveza se instaura definitivamente como una de las bebidas típicas en del país y, por supuesto, también de Barcelona. Es en esta época cuando otra de las conocidas marcas cerveceras ligadas a Barcelona, San Miguel, se establece en la capital catalana, a raíz de su separación de la compañía madre, originaria de Filipinas. Si bien dispone de fábricas en otros puntos de la península, desde siempre se la ha considerado una marca eminentemente barcelonesa, aportando también su granito de arena en eventos y acontecimientos de la ciudad. Desde la pasada década está unida a otra compañía cervecera, Mahou, tras la salida de Danone del accionariado de estas dos, pero no ha perdido su identidad típicamente barcelonesa y catalana.
La moda de las cervezas artesanales
La popularidad de estas marcas durante los últimos años, con la cultura de la tapa y la caña, acompañado del interés surgido por la elaboración casera de cerveza, ha originado la aparición de pequeñas marcas artesanales, que han hecho subir como la espuma (nunca mejor dicho) la afición por la cerveza en Barcelona. Paralelamente a esta moda, han ido surgiendo locales en los que se sirve una gran variedad de estas bebidas, fomentando lo que se ha venido a llamar “cultura de la cerveza”, similar a la aparecida hace unos años en torno al vino. Uno de ellos, por poner un ejemplo, es la conocida «Cerveseria artesana», en pleno corazón del barrio de Gracia, en la que su dueño la elabora y sirve desde hace 15 años.
Desde 2012, incluso ha aparecido un festival dedicado a la cerveza, el “Barcelona Beer Festival”, en el que se pueden degustar cada año más de 300 variedades artesanales de esta bebida. En su tercera edición, el certamen ha batido su récord de visitantes, demostrando el fuerte interés que despierta la cerveza en Barcelona, y asegurando un esplendoroso futuro a todos los aficionados a esta bebida.
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