El comedor cocina del Tuset, que no admite reservas (en la sala, sí), ofrece la posibilidad de las medias raciones a medio precio del plato normal.
Si usted fue cliente del mítico Reno y hoy entra en el nuevo Tuset, prepárese para un impacto emotivo, tal vez, incluso, nostálgico.
Para superar el golpe, lo mejor es meterse en el comedor cocina, un espacio muy grande, con una veintena de cocineros de sombreros altos que se mueven en armonía sobre los fuegos y los hornos en un espacio decorado en rojo, negro y metal. Cuatro mesas de madera pulida permiten comer frente al dinamismo de una gran cocina. A Josep Olivé, propietario de
otros cuatro restaurantes en la ciudad, le gusta el recetario tradicional catalán, y si es en un marco informal, mucho
mejor.