Este mes compartimos con vosotros un post muy especial, os llevamos con nosotros de ruta por Borgoña, para que viváis en primera persona cómo aprendemos, disfrutamos y escogemos los vinos que luego integrarán nuestras bodegas.
Quien bien nos conozca sabrá que nuestras bodegas son uno de los espacios en los que más mimo ponemos, y hoy esperamos que entendáis un poco mejor cómo es el proceso de escoger cada una de nuestras particulares joyas.
Para que os sea más fácil seguir (y replicar) nuestra ruta, hemos realizado el siguiente mapa: VER MAPA RUTA.
¿Nos acompañáis?
-PRIMER DÍA-
Empezamos nuestra ruta en Beaune, tras casi 8h de viaje desde la ciudad condal. ¿Nuestro hotel? Abbaye de Maizières. Un hotel céntrico, familiar, acogedor y con un servicio inmejorable… ¡cómo nos gusta sentirnos como en casa cuando viajamos!
Beaune es un pueblecito encantador, el epicentro de la Borgoña y el lugar de partida ideal para descubrir la zona. Beaune nos recibe con la mejor de sus caras: 28 grados en el mes de abril. ¡Empezamos!
- Visita a la Bodega François Gaunoux
Nuestra primera visita es a la Bodega François Gaunoux. Nos reciben la actual propietaria, Claudine Gaunoux, su marido Jean Pierre y el ya jubilado François Gaunoux.
Bienvenida de altura, abrimos Mersalult Goutte d’Or de 2009, de 2010 y de 2012.
Seguimos con Pommard “Les Rugiens” de 1997 y de 2010, Vonay “Clos des Chenes” de 1985 y Clos des Mouches del 1998. Para rematar, un Pomerol (Bourdeaux) del 1953.
¿Qué tiene de especial esta Bodega? Sus vinos no tienen crianza en madera, tampoco bota ni foudre. Según Jean Pierre, la parcela con mayor longevidad en botella es Rugiens y no producen más de 60.000 botellas al año.
Acabamos la visita con un paseo por sus viñedos mientras nos explican cómo cultivan la uva, con la mínima intervención química.
Después de casi 5h de indescriptible placer, acabamos nuestra visita (no así nuestro día, que continúa con una magnífica cena en el restaurante Caves Madeleine).
En Caves Madeleine encontraréis una propuesta informal con cocina local, buena variedad de vinos y buen servicio.
-SEGUNDO DÍA-
Tras coger fuerzas con un buen desayuno, ponemos rumbo a la Bodega Vincent Girardin.
Nos recibe Marco, quien nos hizo una visita detallada de la Bodega. Pudimos observar los depósitos de fermentación y las barricas.
En este caso, al contrario que en François Gaunox, todos sus vinos (blancos y tintos) tienen madera. ¿Qué aporta la madera? Complexidad en los blancos y sacar la máxima expresión a la variedad Pinot Noir (tintos).
Y empieza otra vez el festín. Probamos un Mersault 2017, un Chassagne Montrachet 2017, un Puligny Montrachet 2017 y un Corton Charlemagne 2016, entre otros.
Una de las cosas que más nos gustó fue la pasión con la que Marco nos hablaba de los vinos y los valores de la Bodega.
Como dato numérico y para que os hagáis una idea de la magnitud de esta bodega comparado con la primera, en Vincent Giardin elaboran unas 500.000 botellas al año.
- Ruta por Côte de Nuits
Tras la visita a Vincent Giardin, comemos en Beaune para luego, poner rumbo hacia la Côte de Nuits.
Junto a la Côte de Beaune, Côte de Nuits, es una de las zonas más prestigiosas de la región de viñedos de la Borgoña.
En esta región predominan los tintos de variedad Pinot Noir, considerados unos de los mejores vinos del mundo.
Empezamos nuestra ruta subiendo hasta el emblemático pueblecito Gevrey-Chambertin. Seguimos bajando dirección Beaune pasando por Morey-St-Denis, Chambolle Musigny, Vougeot, Vosne Romanée y Nuits Saint Georges.
De todos ellos, destaca Vougeot por ser la cuna de una de las parcelas más antiguas de Borgoña (que fue diseñada por monjes), de la que nacen los emblemáticos “Clos Vougeot”. En Vosne Romanée encontramos la que, probablemente, sea la bodega más mitificada del mundo: “La Romanée Conti”, liderada por el gran Aubert de Villaine.
Aubert de Villaine es propietario de las mejores parcelas de Borgoña (Monopole): Romanée-Conti, La Tâche, Richebourg, Grands Echézeaux, Echézeaux y parte de Montrachet (para vinos blancos).
La paz y la grandeza que se respira en estos pueblos es incomparable.
Acabamos la jornada con una puesta de sol de quitar hipo y llegamos a Beaune ya de noche. Cenamos en el restaurante Ecrit’Vin, típica cocina de Borgoña con amplia carta de vinos.
-TERCER DÍA-
Tras un desayuno que no perdonamos, ponemos rumbo a Dijon.
Paramos en Aloxe-Corton, un pueblecito en el que encontramos un elaborador pequeño en el que producen unas 50.000 botellas al año: Michel Voarick.
A veces, los mejores momentos del viaje son los no programados. Nos atendió una señora entrañable que nos dejó probar todo: Perrières, Corton-Bressandes, Pommard, Aloxe-Corton, Pernand-Vergelesses y Corton Renardes (todo de 2017).
Nos enamoramos del Corton-Renardes 2017 por su delicadez, accesibilidad y expresividad. ¡Una auténtica joya!
Pero antes de irnos, llegó lo mejor… nos comenta que tiene una pequeña joya guardada que ya no elaboran. Se trataba de un Romanée Saint Vivant de Michel Voarick de 1990 (una de las mejores añadas de la Borgoña).
Y fue aquí, en el lugar más inesperado, el que teníamos menos preparado, donde decidimos hacer la compra del viaje.
Tras 30 minutos de coche, llegamos a Dijon. Visita turística que no podía faltar y que rematamos con una comida bañada en Gevrey Chambertin “Seuvrées” 2015 de Frederic Magnien, un vino que consideramos el paradigma de la frescura sin dudas.
Cerramos nuestra escapada cenando en Beaune, el lunes se presenta con vuelta a Barcelona.
Volvemos felices, tras haber saboreado unos días de paz, de tradición y de cultura vitícola.
Si vosotros también sois grandes amantes del vino, tomad nota y disfrutad de una escapada como la nuestra.
¡Enjoy!