Uno de los rituales diarios matutinos que llevamos a cabo los que somos padres es componer ese pequeño pincho mañanero para el recreo de nuestros hijos. Hasta aquí todo sería normal y seguro que más o menos por lo general les preparamos las mismas cosas, que si un bocadillo con nutella, otro con fuet, que si unas galletas…
Pero está claro que hay padres y padres y si no mirad a este diseñador gráfico e ilustrador norteamericano llamado David Leferriere, que desde mayo del año 2008 y cuando todavía sus hijos eran pequeños, ha ido realizando pequeñas ilustraciones en la bolsa del sándwich que les prepara para que lleven cada día a la escuela.
Así en cada jornada escolar, los chavales llevan una nueva pequeña obra de arte sorpresa de su padre, que lo dibuja justo al acabar de prepararlo y sin que sus hijos sepan de que se trata, lo que creo que provocará aparte de su curiosidad la de todos sus compañeros ya que seguro más de uno espera ver que dibujo se descubre cada día como si de un ritual se tratase. Simpáticos monstruos, paisajes, bichos e incluso pasatiempos, todo vale para ilustrar el bocadillo infantil.
David, consciente de que la bolsa plástica del bocata de sus hijos acabaría irremediablemente en el contenedor de basura, se dedicó desde hace más de cinco años a fotografiar su pequeña obra y colgar la galería de imágenes en una cuenta de Flickr para así recordar cada dibujo y que sus hijos tuvieran un álbum con esas ilustraciones. Lo que no contaba es el éxito que iba alcanzar llegando a más de un millón de visitas de sus mini obras de arte.
Lo cierto es que este hombre se merece el título de superpapá, no ya solo por preparar el sándwich a sus hijos, asunto en el que ya muchos escurren el bulto, sino por los minutos extra de sueño que debe de tener que robarse cada mañana para que le de tiempo a dibujar y fotografiar los bocadillos.
Desde luego que lo que puede estar seguro es que sus dos hijos se acuerdan de él todos los recreos, pero como dice el orgulloso papá, lo que intenta con esto es hacer que sus pequeños sonrían todas las mañanas a la hora del colegio cuando descubren el mensaje en forma de dibujo que les ha dejado en la bolsa de la merienda.
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